Creatividad y creencias limitantes
- Vanesa Zamora
- 4 oct 2017
- 3 Min. de lectura
.... De manera que a veces nos encontramos con que deseamos algo mucho, y tenemos la energía, las ganas, la ilusión y nos ponemos a trabajar para conseguirlo.
Entonces comienza un proceso que puede tardar desde unas horas a meses, y con ese tiempo se mina nuestra energía, y a veces la autoestima en el camino, de tanto resistir frustraciones.
La creatividad es un juego de ganancias y pérdidas. Como todo juego hay que saber jugar. El problema es manejar nuestras creencias limitantes, que despiertan y se acrecientan con cada bloqueo o fracaso. Una tensión entre el miedo y el deseo, como una batalla... a veces difícil de librar...
¿Batalla? ¿Y por qué batalla?... veamos:
Las creencias limitantes son creencias sutiles, pensamientos que se cruzan por nuestra mente cuando menos, por cierto, lo necesitamos: “no puedes”, “como aquélla vez… va a pasar lo mismo”, “me quedo en blanco”, “no sé”…. Casi siempre son parte de un diálogo interno que una vez dictó un juez externo. Un episodio fugaz en el colegio, algún comentario de un adulto que no entendimos o acoso de compañeros…. Imágenes o pensamientos que nos asaltan para recordarnos que eso que estamos haciendo…. No lo conseguiremos.

Para luchar contra el juez interior dejemos de huirle, probemos a hablar con él/ella. Todos tenemos un diálogo interno. Hablamos con nosotros mismos/as. Escuchar cuáles son los contras que propone, su pesimismo, su abatimiento. Escucharle con paciencia, pues sólo es una parte de uno mismo. Y seguro alguna vez ponernos en modo precavido nos ayudó en algún sentido. La prudencia es una buena gestión de ese miedo/ tensión de la que hablábamos antes. Utilicémosla estratégicamente. ...
¡Ya tenemos más partes!
Tenemos otra parte que siente, que sabe, resolutiva, que comprende muchas cosas, que puede hacer una lluvia de ideas y ponerse en modo práctico. Que ejecuta, que sigue haciendo aunque no tenga mucho sentido. Que confía. Escuchemos hablar a esa otra parte, a ver qué dice, qué siente, qué propone.
También tenemos una parte muy visual, que sueña, que recrea, que crea, compone, ve más allá. Una parte que sueña sin límites. Normalmente es la que lo inicia todo, y las otras le ponen palos en las ruedas.
Pongamos a todos a dialogar. Escuchemos, como papás comprensivos, y permitamos a cada parte ser un poco cierta y estar también un poco equivocada. De ese diálogo, como mínimo, nos daremos cuenta de que en vez de seguir bloqueados, hemos comenzado a rodar de nuevo.
Propongo "BAILE" en vez de batalla...¿Qué tal?
Ninguna parte tiene más razón que otra y cuando todas colaboran... las creencias son generativas en lugar de limitantes. LA creatividad se expande en vez de bloquearse...
Que te pille la inspiración trabajando no es otra cosa que dejar que la lucha de nuestras sombras de paso a la claridad de lo que queremos…. La libertad es la madre de la creatividad. Pero sólo surgirá del caos y de la comprensión, como en un baile...
Acabo con una reflexión inspiradora:
“Y así, después de esperar tanto, un día como cualquier otro decidí triunfar… decidí no esperar a las oportunidades sino yo mismo buscarlas, decidí ver cada problema como la oportunidad de encontrar una solución, decidí ver cada desierto como la oportunidad de encontrar un oasis, decidí ver cada noche como un misterio a resolver, decidí ver cada día como una nueva oportunidad de ser feliz.
Aquél día descubrí que mi único rival no eran más que mis propias debilidades, y que en éstas, está la única y mejor forma de superarnos. Aquél día dejé de temer a perder y empecé a temer a no ganar, descubrí que no era yo el mejor y que quizás nunca lo fui, me dejó de importar quien ganara o perdiera, ahora me importa simplemente saberme mejor que ayer. Aprendí que lo difícil no es llegar a la cima, sino jamás dejar de subir. Aprendí que el mejor triunfo que puedo tener, es tener el derecho de llamar a alguien “Amigo”. Descubrí que el amor es más que un simple estado de enamoramiento, es “una filosofía de vida”. Aquél día dejé de ser un reflejo de mis escasos triunfos pasados y empecé a ser mi propia tenue luz de este presente. Aprendí que de nada sirve ser luz si no vas a iluminar el camino de los demás.
Aquél día decidí cambiar tantas cosas…. Aquél día aprendí que los sueños son solamente para hacerse realidad, desde aquél día ya no duermo para descansar… ahora duermo para soñar”.
Walt Disney.
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